La tragedia de Winchumayo, una vez mas revelo que los congresistas otorongos, a parte de despojar sueldos y esclavizar a sus empleadas en la misma Lima, también tienen esclavos que trabajan en su tierras, en sus empresas y en otras vilezas que les inspira promulgar leyes a favor de estos misteriosos negocios. Delata que con el gran poder de terratenientes llegan al congreso de la patria, para apadrinarse entre otorongos, para sus propios intereses personales. Ahora entendemos porque un Tomy Cenzano y una Susana Vilca, jamás quieren solucionar los problemas mineros y de contaminación ambiental. Un Aldo Estrada, Un Yony Lescano que se hacen los chiflados con los “TLC” y la invasión desmedida de capitales Transnacionales, sobre todo Chilenos.
El deslizamiento de lodo de en Winchumayo, destapo que Tomy Censano es dueño no solo de la minera Winchumayo, sino también de la Minera Ayapata; a si como sus familiares son los amos y dueños de mineras en la rinconada, un pueblo peregrino y abandonado. Seguramente que debe de haber otras mineras escondidas de Tomy, lugares donde allí se explota al hombre, sin viáticos, sin salarios justos, sin seguro social. Tenia que ser un vil búfalo aprista acostumbrado de enriquecerse con la sangre del obrero campesino.
La muerte de mas de 40 personas en Winchumayo tiene responsables, activos y pasivos que deben ser escarmentados, aunque en nuestras estupidas leyes, se tienen que investigarse, hasta limpiarle todo el rabo de paja del “bastardo aprista”, por cuanto la participación del congresista Tomás Cenzano Sierralta, en la representación y gerencia de Minera Winchumayo y en la Compañía Minera Ayapata, es ilegal, según lo establece el artículo 31 de la Ley General de Minería, la que señala que “no podrán ejercer actividades en la industria minera durante el ejercicio de sus funciones o empleos, el presidente de la República, los miembros del Poder Legislativo y del Poder Judicial”. Entonces aquí hay cómplices enemigos, desde las células parlamentarias hasta las autoridades locales que esconden las más viles esclavitudes en la minería, solo por aquel maldito oro, que genera codicia y riqueza para los más ricos a costa de la pobreza de los pueblos. Palabra del Pueblo.
El deslizamiento de lodo de en Winchumayo, destapo que Tomy Censano es dueño no solo de la minera Winchumayo, sino también de la Minera Ayapata; a si como sus familiares son los amos y dueños de mineras en la rinconada, un pueblo peregrino y abandonado. Seguramente que debe de haber otras mineras escondidas de Tomy, lugares donde allí se explota al hombre, sin viáticos, sin salarios justos, sin seguro social. Tenia que ser un vil búfalo aprista acostumbrado de enriquecerse con la sangre del obrero campesino.
La muerte de mas de 40 personas en Winchumayo tiene responsables, activos y pasivos que deben ser escarmentados, aunque en nuestras estupidas leyes, se tienen que investigarse, hasta limpiarle todo el rabo de paja del “bastardo aprista”, por cuanto la participación del congresista Tomás Cenzano Sierralta, en la representación y gerencia de Minera Winchumayo y en la Compañía Minera Ayapata, es ilegal, según lo establece el artículo 31 de la Ley General de Minería, la que señala que “no podrán ejercer actividades en la industria minera durante el ejercicio de sus funciones o empleos, el presidente de la República, los miembros del Poder Legislativo y del Poder Judicial”. Entonces aquí hay cómplices enemigos, desde las células parlamentarias hasta las autoridades locales que esconden las más viles esclavitudes en la minería, solo por aquel maldito oro, que genera codicia y riqueza para los más ricos a costa de la pobreza de los pueblos. Palabra del Pueblo.